La reunión de la Liga Árabe, a la que asisten los cancilleres de estados miembros, tiene lugar mientras prosiguen las protestas por tercer día consecutivo en Cisjordania y la Franja de Gaza.
En El Cairo, el titular de la iglesia cristiana más grande de Egipto anunció que no recibiría al vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, cuando éste visite la capital egipcia el 20 de diciembre, en una imitación de la medida anunciada el viernes por el titular de al-Azhar, el principal centro de estudios del islam suní.
El anuncio de Trump sobre Jerusalén, y sobre su intención de trasladar la embajada estadunidense allí, fue condenado en diversas partes del mundo, incluso por estrechos aliados de Estados Unidos. Éstos dejaron entrever que el mandatario había exacerbado innecesariamente el conflicto en una región de por sí conflictiva.
La condición política de la ciudad yace en el centro del conflicto entre israelíes y palestinos, y la medida de Trump fue ampliamente percibida como favorable a Israel. Incluso crisis de menor escala relacionadas con el estatus de Jerusalén y los lugares sagrados en la Ciudad Vieja ya han causado derramamientos de sangre.
La reunión del sábado en El Cairo, televisada al público, comenzó a las 9 de la noche, duró dos horas y media y terminó una vez que los casi 20 jefes de las delegaciones expusieron sus posturas. Los discursos variaron desde críticas a la decisión de Trump hasta la necesidad de adoptar medidas concretas y reflexiones sobre si los discursos incendiarios lograrían algún cambio.
El ministro del exterior de Líbano, Gibran Bassil, dejó entrever que la actual crisis derivada de la decisión de Trump podría tener un efecto positivo en el mundo árabe, enzarzado con Israel en un conflicto desde hace casi 70 años.
Horas antes, el titular de la Liga Árabe, Ahmed Aboul-Gheit, y el canciller palestino Riyad Al-Maliki, exhortaron a las naciones a que reconozcan el Estado de Palestina con Jerusalén oriental como su capital frente a la decisión de Trump.